«Muéstrame el fuego. ¡Yo me encargaré del calor!» – Fred ha sido una figura confiable en el destacamento de bomberos de la ciudad durante lo que parecen siglos, el primero en adentrarse en un torbellino de fuego, el último en aceptar que las llamas se lleven las viviendas de los supervivientes. Sus largos años de servicio le han ganado un gran gratitud de los supervivientes por sus esfuerzos.
Un jefe de bomberos también debe ser inteligente. Fred no ha logrado sobrevivir tanto tiempo sin desarrollar un entendimiento experto de escenarios inusuales y un sexto sentido para el peligro. Es sin duda por esto que los últimos grandes ingenieros de la Dinastía Solaris le obsequiaron a Fred el llamado «Antifuego», un equipo contra incendios extremadamente avanzado y potente que no ha sido superado desde entonces.
Si dejamos de lado todo su estilo heroico del viejo mundo, Fred es un ejemplo consistente de un gran sentido de humildad y amabilidad, lo que lo hace especialmente querible para todos sus fervientes fanáticos en todas partes (particularmente en la Alianza Amanecer). Si Fred tiene un defecto, uno extremadamente menor, es que el hombre simplemente no tiene sentido de humor (o siquiera la capacidad de detectar el sarcasmo). Como dice Bahiti: «Fred es lo más parecido que he visto a un ser humano perfecto. Si tan solo pudiera un poco menos serio...»
Fred nunca afirmaría ser perfecto. Hace muchas décadas, cuando el mundo era un lugar muy distinto, Fred ya era muy conocido en la capital Solaris como el jefe de bomberos más joven y exitoso de la historia. De hecho fue en la víspera de una ceremonia para celebrar los logros de Fred con la presentación de una gran estatuilla de bronce en su honor en la entrada del Departamento de Bomberos, cuando ocurrió el desastre. El gran Cristal de fuego ubicado en el corazón de la ciudad y que alimentaba de energía a gran parte de su industria explotó con una furia que hizo temblar la ciudad. Los errores que cometió Fred esa noche se volvieron un peso eterno en su consciencia.
Fred ha tenido tiempo más que suficiente para evaluar el colapso del imperio en los años posteriores. ¿No había sido más que un noble engranaje en esa máquina sin sentimientos, cegado por su devoción? ¿El que, una vez desaparecida la pompa y la majestuosidad, quedó cubierto de las cicatrices del sufrimiento y la injusticia? Fred ha aprendido a aceptar que, a pesar de todos los defectos del nuevo mundo, las ciudades de hoy no necesitan pagar un costo humano tan elevado para mantenerse.
Fue la llegada de la Alianza Amanecer lo que terminó de llenar el corazón de Fred con la esperanza que tanto le faltaba desde el Gran Colapso. Ahora no solo se dedica a extinguir las dañinas llamas, sino también a luchar contra un fuego mucho más mortífero: el fuego de la guerra que amenaza a la humanidad.