Wayne siempre ha sido muy reservado como cazarrecompensas, y es tan capaz como experimentado. Siempre completa sus misiones de forma precisa y eficiente, como una máquina fría y perfecta, y jamás emite una palabra más de las necesarias.
Es un gran tirador con reflejos rápidos como el rayo, lo que lo convierte en uno de los mejores tiradores en los campos de hielo. Según Bahiti, Wayne puede desenfundar rápidamente a 100 pasos y asestar a varias monedas lanzadas al aire en rápida sucesión. Sin embargo, prefiere despachar a sus oponentes con su Búmeran de poder modificado, que le resulta una mejor herramienta para entregar sus objetivos «intactos» al contratista.
A veces opta por darle a su «presa» combativa y resistente una oportunidad justa. Pero jamás ha perdido, por supuesto.
Wayne prácticamente no tiene amigos y no ve el «vincularse con otras personas» como algo necesario. También afirma que acepta varias misiones difíciles y peligrosas (la mayoría para atrapar a despiadados bandidos) no por un sentido de la justicia, sino por dinero.
Como «socio comercial» de muchos años, el juez Greg está agradecido de que Wayne probablemente tenga su propio código moral y no acepte ciegamente cualquier encargo, por lo que no se convierte en cómplice del mal solo «por el dinero».
«Soy de otro mundo, un mundo que ya no existe», dijo Wayne cuando uno de sus conocidos le preguntó sobre su pasado. Esta absurda afirmación no fue tomada en serio, pero no era del todo falsa. El pueblo donde Wayne nació y se crio efectivamente había desaparecido bajo circunstancias extremas.
Su amado hogar se perdió en el tiempo y todas las personas y cosas que alguna vez había amado se convirtieron en polvo. A causa de esto, Wayne se cerró en sí mismo de forma de no formar conexiones, lo que lo llevó al camino del lobo solitario.
Las «cacerías» de Wayne no siempre están libres de percances. – Al intentar cazar a Zenobia, Reina de la Violencia, recibió un disparo y cayó al fondo de un valle. Una joven de la montaña llamada Matilda lo salvó y lo llevó a su casa para cuidarlo hasta que se recuperara. Después de perder a su esposo, Matilda y su pequeño hijo dependían de ellos mismos para sobrevivir, y la llegada de un extraño resultó un gran respiro en su gris rutina.
Justo cuando Wayne se recuperó, Zenobia y sus secuaces invadieron el pueblo de Matilda. Zenobia, que no esperaba más que víctimas indefensas, fue detenida en seco por su antiguo enemigo. Wayne capturó a la despiadada criminal y se despidió de Matilda. Ni siquiera él se dio cuenta de que en alguna pequeña parte de su corazón algo había cambiado.