Seo-yoon siempre ha creído en el poder transformador de la música.
Asimismo, la música y otras formas elevadas de entretenimiento siempre han sido un lujo infrecuente en este nuevo mundo helado. Prácticamente todos valoran los esfuerzos de Seo-yoon y su alegre grupo de trovadores, como a veces los llaman, que viajan de asentamiento a asentamiento a la usanza de los músicos que recorrían el viejo mundo de gira. Ciertamente, en cada comunidad que visitan tienen por costumbre sembrar alegría, risas, canciones y bailes para disfrutar.
Seo-yoon genera una primera impresión de alma amable, humilde y con cierta elegancia de espíritu. Solo los más perspicaces o quienes conocen bien a Seo-yoon reconocerán la férrea tozudez y valentía en sus ojos. Menos aún conocen las habilidades de Seo-yoon para el combate cuerpo a cuerpo con su historial de defender a sus compañeros en momentos de necesidad, o incluso los usos maléficos que es posible dar a sus baquetas cuando la situación lo amerita.
Las habilidades de Seo-yoon para la percusión probablemente son su característica más legendaria. Un gobernador inteligente no debería subestimar el efecto inspirador de la música para las tropas, incluso para aquellas tropas que parecen no tener la más mínima inclinación musical en su cuerpo.
El talento no tiene sustituto. Si bien Seo-yoon ha practicado con sus instrumentos por muchos años, tiene un tipo de magnetismo musical especial, una habilidad para canalizar su corazón y su alma a un idioma que todos pueden escuchar. Pocos percusionistas generan en su audiencia el tipo de respuesta que Seo-yoon logra en cuestión de minutos.
Seo-yoon debe mucho de su fama a una crianza privilegiada en una de las ciudades más prósperas de la Tundra, una relativa utopía en comparación con muchas otras arrasadas por el frío y el viento. Este le permitió aprovechar la oportunidad de estudiar tanto como quiso música y coreografía, para lo cual ya había mostrado dotes excepcionales de niña. La habilidad de Seo-yoon para tocar prácticamente cualquier instrumento después de un breve ensayo no pasó desapercibida a su orgulloso padre.
Un estricto preparacionista, el padre de Seo-yoon era un hombre severo pero bondadoso que consideraba que era su deber preparar a su única hija para cada eventualidad que pudiera enfrentar en el nuevo mundo. La práctica musical siempre era seguida de un riguroso entrenamiento de combate que, si todo iba bien, nunca tendría que poner en práctica. El destino tenía otros planes.
Cuando Seo-yoon aún era una adolescente, su próspero asentamiento fue asaltado por un gran grupo de bandidos. Tomados por sorpresa, la mayoría de los defensores de la ciudad, incluido su padre, fueron masacrados rápidamente, mientras que otros huyeron de sus hogares a pie hacia las heladas áreas silvestres. No parecía haber ningún tipo de salida para la situación, pero algo dentro de Seo-yoon no le permitía darse por vencida. Y en esa terquedad encontró esperanzas. Tomó su instrumento y comenzó a tocar una emocionante tonada marcial, y siguió haciéndolo durante toda la noche y hasta temprano en la mañana, a pesar de haber pocas señales de cualquier respuesta significativa.
Recién fue cuando llegó el amanecer y el hermoso sol dorado iluminó los bordes del horizonte que los supervivientes del asentamiento se miraron unos a otros y se dieron cuenta de que aún eran una cantidad importante. Esto podría ser la ocasión perfecta para un milagro. Seo-yoon pidió voluntarios y, uno a uno, valientes guerreros se ofrecieron a participar de una variopinta fuerza de contraataque. Los invasores, muchos embriagados con el vino del pueblo o durmiendo una siesta después de los grandes festejos por su supuesta victoria, no estaban preparados. El resto es historia.
Al final, Seo-yoon había desempeñado un papel crítico para revigorizar la determinación de su pueblo y su hogar, donde recibió una bienvenida de heroína. Seo-yoon ahora ya no era solo una música, sino una guerrera y comandante inspiradora.