«¿A quién le importa si el mundo se ha congelado? ¡Al menos nuestros comensales pueden llegar al cielo!» - Patricio.

Patricio, el maestro de cocina del Castillo de Fuego Solar, siempre ha estado convencido de que la buena comida ayuda a levantar el espíritu. Ha pasado la mayor parte de su vida desarrollando, investigando y cocinando los mejores platos del mundo. Se ha ganado el reconocimiento del Presidente y de los nobles locales de todo tipo y color.

La vida de Patricio dio un vuelco con el colapso de la Familia Real Solaris. Ya no era el maestro de cocina, pero la vida debía continuar. En las Colonias, ya no tuvo acceso a la despensa real y tuvo que hacer lo que fuera necesario para conseguir ingredientes y condimentos. Muchos aún comparan su ingeniosa cocina con los mejores restaurantes del viejo mundo.

Ocasionalmente, las habilidades de Patricio también son necesarias en combate. Los ladrones de despensas y la caza de recursos han hecho que el combate sea inevitable. Para sorpresa de muchos, Patricio es un luchador decente. No solo cuenta con una vida de experiencia en la manipulación de todo tipo de cuchillos, sino que también tiene la fuerza y resistencia para usarlos de forma bastante eficiente. El trabajo en ajetreadas cocinas ha agudizado su instinto de una forma que puede aplicarse con facilidad a otras situaciones «dinámicas».

Esto no significa que el renombrado maestro de cocina Patricio jamás se equivoca. La necesidad es la madre de la innovación, y en las Colonias se requiere de mucha innovación. Cualquiera que pruebe sus nuevas creaciones debería andar con cuidado: los nuevos ingredientes pueden resultar difíciles de usar incluso para un experimentado chef como Patricio. Bahiti lo tiene particularmente claro.
Dentro de todo, Patricio ha tomado razonablemente bien la pérdida de su cargo en el Castillo de Fuego Solar. Su punto más bajo fue cuando él y varios otros servidores públicos quedaron atrapados en un refugio improvisado después del colapso del Castillo de Fuego Solar. Después de un tiempo, sus suministros se fueron agotando y todos creían estar acabados.

Patricio hizo grandes esfuerzos para asegurarse de que la «última cena» del grupo al menos fuera una cena alegre. Pronto, la desesperación cedió frente a la calidez de una deliciosa comida que les hizo olvidar de su anterior extenuación. El grupo logró sobrevivir a la tormenta de nieve y llegaron juntos a un nuevo refugio: en gran medida gracias al momento más significativo de la carrera de Patricio.

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