Gordon tiene un aspecto aterrador a pesar de su porte intelectual, particularmente para quienes considera que no cuidan de los intereses de los civiles de la Tundra. En otras palabras, los saqueadores y los bandidos tienen mucho que temer de la reputación de Gordon como el «gran envenenador de nuestros tiempos».
El escudo más resistente y la armadura más fuerte no podrán hacer nada contra el arma predilecta de Gordon: la lenta toxina para el hombre que desea inmovilizar o el elixir de dolor para quien desea torturar sin dejar rastros. Además, gracias a su resistencia al veneno, Gordon no tiene por qué preocuparse por sus propias herramientas. Como afirmó una vez Bahiti con gran alegría: «Deberíamos agradecer a nuestras estrellas de la suerte que Gordon solo utilice sus inusuales talentos contra quienes buscan causar daño».

De día, Gordon no hace nada más arriesgado que enseñar, que es su forma de compartir sus impresionantes conocimientos científicos con las mentes más brillantes de la siguiente generación. Sus estudiantes no tienen nada que temer de este erudito profesor que ha matado a miles de personas, que logró mejorar un poco su reputación gracias a su capacidad de enseñar lo que otros no pueden.
Pero es fuera de la ciudad, al enfrentarse contra quienes amenazan la vida de los inocentes, donde Gordon emplea sus particulares venenos sin misericordia contra las «langostas», que es como él los describe. Y al desarrollar esta actividad, se convierte en un verdadero desquiciado dispuesto a usar venenos de rápida acción y nieblas mortíferas en cada rincón del campo de batalla para asfixiar a quienes no «merecen» vivir.

La extraña combinación de elegancia y furia de Gordon se origina en su terrorífica experiencia como alcalde de una opulenta ciudad convertida en un páramo infernal debido a las acciones de Faetón y el Dr. Toxina Teodoro.
Para el Dr. Toxina, Faetón representaba su llave para hacia la constante experimentación científica, sin importar sus diferencias ideológicas. El Dr. Toxina ordenó un bombardeo químico de gran escala. Finalmente había encontrado a sus «sujetos experimentales».
Como alcalde, Gordon fue elegido para un tratamiento especial por el cual fue sumergido en un sótano repleto de una sustancia viscosa tóxica de efectos desconocidos. Fue sumergido durante siete días y siete noches por crueles observadores ávidos por saber más. Fueron siete días de absoluta tortura.

Pero como dice el refrán: «lo que no te mata, te hace más fuerte». Esto se aplicó a la perfección al caso de Gordon.
Siete días después, los experimentos de Gordon tuvieron resultados: la viscosidad química era dolorosa, sí, pero no producía deformidades físicas duraderas. Y cuando la Alianza Amanecer finalmente logró quitarle el control de las ruinas de las manos del Dr. Toxina, Gordon se sorprendió de ver que había salido prácticamente indemne y, a diferencia de la mayoría de los otros residentes, lograba mantener todas sus capacidades mentales. Además, su prolongada inmersión parecía haberlo hecho inmune también a muchas otras toxinas comunes.
Ahora la misión última de Gordon es devolver al Dr. Teodoro Toxina los horrores que él causó en el mundo, pero su sed de venganza no le ha hecho perder la razón. Es consciente de que no puede corregir el pasado, pero siente un deber moral de evitar que ocurran tragedias similares. Así, Gordon se ha convertido en un gran luchador contra las malvadas langostas y está decidido a «devolverles veneno por veneno».

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